Thronefall debutó en Early Access hace un año y desde entonces ha seguido una de las filosofías de acceso anticipado más honestas y transparentes que recuerdo. Lanzaron una versión inicial por cuatro duros y el precio ha ido aumentado sólo cuando se ha añadido contenido sustancial. Por el camino, Grizzly Games se ha volcado con su comunidad, pidiendo ideas para misiones, niveles y perks que sumar al juego final. El resultado es una versión 1.0 preñada de contenido y de razones para postularse como el RTS del año. Sobre todo si no te gustan los RTS.
DESARROLLADOR | EDITOR | PLATAFORMAS | FECHA DE LANZAMIENTO |
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GrizzlyGames | GrizzlyGames | PC | SWITCH | 11 de octubre de 2024 |
Un RTS para quienes pasan de los RTS
Es probable que te hayas quedado picueto leyendo eso. Déjame decirte que la gran virtud de este indie es coger un género tan complejo como el de la estrategia en tiempo real (RTS) y reducirlo a lo esencial para que cualquiera lo disfrute. No en vano, el juego se define a sí mismo como un RTS minimalista. ¿Pero qué implica eso realmente?
Durante el día, la economía no exige más que gastar unas cuantas monedas en expandir tu reino en miniatura. Por un lado, puedes mejorar tus ingresos mediante casas, granjas o minas que te proporcionarán monedas cada mañana. Por otro, invertir en tus defensas con torres, murallas y tropas (cuerpo a cuerpo o a distancia) te ayudará a sobrevivir. Y para que tanto la obtención de recursos como la defensa de tu reino gane en matices, siempre puedes dedicar parte de tu dinero a mejorar el castillo. En esas pequeñas decisiones está la chicha de este indie, pero no nos adelantemos.
Al caer la noche, hordas de enemigos te asediarán por tierra y aire, obligándote a defender tu castillo y el resto de edificios para no perder potencial económico o militar. La lista de fuerzas adversarias es variopinta, incluyendo arqueros, infantería, caballerizos, monstruos voladores, espadachines gigantes, bolas de pinchos y más.
Por suerte, tú también dispones de un ejército polivalente, con fortalezas y debilidades muy bien explicadas en una suerte de piedra-papel-tijera que mantiene las batallas cortitas y al pie. A saber, dirigiendo a unas cuantas unidades -nunca en cantidades abrumadoras- y moviendo al rey protagonista para apoyar a tu ejército en miniatura.
Como protagonista, el reyecillo al que controlamos es el personaje con más salud y ataque, de forma que su presencia en uno u otro punto del escenario bien puede desequilibrar las contiendas más igualadas. Cómo no, también podemos invertir dinero en mejorarlo, convirtiéndolo en un tanque con más vida y daño o en un magnate que se enriquece más y más cada noche. De nuevo, pequeñas decisiones que pueden alterar el curso de la partida. En mi caso, lo más habitual ha sido disparar mis estadísticas para marcar la diferencia aen el frente, ya que el rey pasa mucho tiempo en primera línea de fuego. No obstante, Thronefall es un juego la mar de flexible, con infinito margen para otros estilos de juego.
Sin margen para el aburrimiento
En esa interactividad reside una de sus grandes virtudes, pues nos permite tanto dirigir a nuestras unidades en tiempo real como participar directamente en la batalla en la piel del monarca. Dicha combinación elimina el tedio que achacan tantos juegos de estrategia, cuyo combate pierde chicha una vez hechos los preparativos. Muy al contrario, Thronefall sabe implicarte antes y durante la batalla. Si quieres evitar una derrota aplastante, procura cabalgar por todos los flancos y revisar constantemente que tu estrategia no se desmorone.
No es una decisión aislada. Aquí no encontrarás capas y capas de microgestión ni estadísticas kilométricas. Tampoco esquemas de control rebuscados o partidas eternas, de las que la vida adulta sólo te permite a cambio de un día de asuntos. Thronefall rara vez te exigirá más de 20 minutos de tu tiempo o comerte la cabeza para sobrevivir a la noche. Grizzly Games pisa el acelerador en una carretera tradicionalmente lenta y llena de baches como es la de la estrategia. Lo cual, por cierto, no implica que peque de simplón. Todo lo contrario.
Thronefall es un juego profundo, con un calado impropio de los monigotes que acaparan la pantalla. En gran medida, dicha profundidad viene dada por su infinita rejugabilidad. Cada mapa presenta algunas variaciones en edificios y enemigos, además de admitir los desvíos en lo que a economía o gestión de tropas se refiere. Un mismo desafío puede solventarse amasando monedas con la codicia de Gilito o entrenando tropas con disciplina marcial. Decantarse por un estilo de juego u otro suele depender, además de las particularidades de cada nivel, del uso de los perks, las mutaciones, las distintas armas y las misiones.
Cada partida, una experiencia
Los perks son mejoras opcionales que pueden equiparse al inicio de cada nivel (con un límite distinto según el mapa). Algunas, como las que aumentan el rango de tus torres o tu salud, no te exigen nada a cambio. Otras sí, bien sea hacer más daño a costa de ser más frágil o que las unidades se entrenen más deprisa previo aumento de su coste. Una partida sin perks será radicalmente distinta a otra con algunas de estas modificaciones, con combinaciones inagotables entre todas las disponibles de salida.
Lo mismo sucede con las mutaciones, centradas comprometer la experiencia o el dinero que ganas a cambio de luchar contra enemigos más duros. O con las armas, enfocadas a ataques a larga o a corta distancia para dotar a la jugabilidad de una variedad muy agradecida. Y por si eres el tipo del jugador al que le abruman tantas opciones, siempre puedes dejarte guiar por las misiones, un sistema de logros que te invita a equipar perks, mutaciones o armas concretas.
Ya desde el inicio del Early Access, la prioridad de Grizzly Games siempre ha sido plantear un juego con muchas capas. Funcional con lo más básico, riquísimo para quien le busquen las cosquillas. Cálido con los novatos en el género, pero retante para los comandantes más duchos.
Manteniendo el apartado visual sencillo e hiperlegible, esta versión 1.0 añade aún más contenido -tres mundos, tres armas y un sinfín de mejoras- a la fórmula ganadora que ya patentó hace cosa de un año. Pero, sin duda alguna, la gran novedad una vez concluido el Acceso Anticipado es su llegada a Nintendo Switch. Me alegra confirmar que el juego funciona tan fluido como en el mejor de los ordenadores, consolidándose como el título de estrategia perfecto para la híbrida.
En resumen
Thronefall está concebido para partidas ágiles, casi siempre en el sofá o entre paradas de metro. El rendimiento en Switch, por suerte, acompaña a una propuesta nacida para brillar en este sistema gracias a la sencillez de sus mecáncias, a su infinita rejugabilidad y a una profundidad que augura horas y horas de contenido por un precio irrisorio.
Por último, dar las gracias a Future Friends Games por cedernos una copia de Thronefall.