Seguro que verás que muchos están utilizando como reclamo para venderte Smalland: Survive the Wilds que este juego es la suma de Valheim y Grounded. Entiendo perfectamente que es una gran forma de explicar rápidamente qué es este título indie, pero me parece que definir así la obra de Merge Games es algo injusto, ya que este nuevo videojuego de supervivencia tiene mucha personalidad. Ya he jugado a Smalland: Survive the Wilds y te cuento lo que me ha parecido en las primeras horas.
Smalland: Survive the Wilds es un videojuego de supervivencia, con tintes de rol y aventura, que ya está disponible en Steam en acceso anticipado. En esta obra controlamos a un ser pequeño, pero no tan diminuto como los personajes de Grounded, para los que una mariquita ya es un animal gigante. Aquí, y sirve como una comparación genial, la mariquita tiene un tamaño «similar» a nuestro personaje (de hecho, es una criatura que podemos domar, para montarla y usarla como aliada).
Ese ser que manejamos es una especie de duende-elfo con un reducido tamaño que tiene por objetivo encontrar a un ser muy importante para el y que ha desaparecido. Tenemos que desenmascarar, además, por qué los animales que pueblan la superficie (en su mayoría bichos, aunque hay excepciones, como los gecos) se han vuelto tan hostiles. Este viaje nos lleva por un vasto mundo, la «Tierra de los Pequeños», en el que el peligro está en cualquier parte.
Riesgo al extremo
Este escenario es fijo y no estamos ante un videojuego que genere su mapeado de forma procedural, esto hay que dejarlo claro. Siempre es el mismo. Aún así, para ser un early access, el mapa tiene un tamaño muy bueno, muchísima verticalidad, diferentes biomas y multitud de secretos. De momento no he visto que esto sea un problema en absoluto. Quizá a largo plazo puede pesar, pero ya se sabe, gracias a un completo Roadmap, que llegarán nuevas zonas en el futuro.
Este mundo está lleno de peligros y desafíos, y podemos morir por muchas razones distintas. Por supuesto, podemos perecer por cuestiones habituales como falta de alimento, por tener frío o por caernos desde una altura enorme, pero aquí también sumamos el riesgo que crean las tormentas, muy habituales en el juego. Además, claro está, el mayor problema lo encontramos en los bichos que viven en este mapa. Son muy agresivos y muy pesados.
De hecho, viendo un poco lo que opinan otros jugadores del juego, he visto que muchos creen que los bichos y su agresividad está muy desequilibrada, ya que los animales hostiles nos atacan y nos persiguen con mucha insistencia, provocando que sea muy difícil pasar por ciertas zonas. En mi opinión, la realidad es que hay zonas del mapa que son más peligrosas y lo que debes hacer es desarrollarte lo mejor posible para transitar por ellas. Con varias horas de juego y siendo inteligentes, podremos conseguir un buen equipamiento para superar cualquier obstáculo.
Y es que, más allá de todo el tema típico de estos juegos de recolección de objetos, crafteo y construcciones, el videojuego tiene un pequeño componente rolero para el seguimiento de su historia que, en cierta forma, «guía» al jugador en este mundo. ¿Por qué digo esto? Bueno, porque cuando nos dejan libertad al comienzo del título, hay varios NPCs marcados en el mapa. Visitarlos en «orden» (ese orden se descubre un poco por ensayo y error) te permite ir creciendo de forma exponencial, ya que por ejemplo ellos nos fabrican las armaduras que nos permiten resistir ante los ataques de los bichos.
Al final, hay que tener en cuenta que los recursos necesarios para ir crafteando objetos no están en todas partes y será decisión nuestra qué grado de riesgo queremos correr para avanzar más o menos rápido. Aún así, como digo, los enemigos están muy presentes y son muy insistentes (respawnean cada día, por cierto), y es complicado aventurarse a zonas en las que los bichos nos matan fácilmente. Por supuesto, y que quede claro para que no se me malinterprete, la libertad es plena para hacer lo que uno quiera, pero sin un «plan» es fácil acabar muerto.
La vida del superviviente
El día a día en Smalland es el habitual si eres amante de los videojuegos de supervivencia: todo se centra en recolectar los materiales necesarios, elaborar nuevos objetos, situar una base y construir nuevas máquinas que nos den acceso a más fabricar mejores ítems. Aquí, los recursos más básicos son la resina, la madera y la fibra. Estos materiales se obtienen por todo el mapa de una forma muy sencilla: solo hace falta tener pulsado F (de esta forma, «picas» y al mismo tiempo, no hace falta pulsar de forma repetida).
Estas tres materias primas son la base de todo, pero a partir de ahí las posibilidades son enormes: armas de todo tipo (muchas usando partes de bichos que matamos), herramientas para recolectar materiales más raros (picos, hachas…), objetos curativos, ítems para domar animales (no todos son domesticables, eso sí) o estructuras para construir la base para dormir, craftear o crear nuevas mesas de elaboración para mejorar el equipo. Lo más curioso, eso sí, viene precisamente del tema de la creación de las «bases de operaciones».
Aunque podemos construir casi en cualquier parte del mapa (hay limitaciones en algunos sitios, ya sea por cuestiones como la geografía o por ser lugares ya habitados por NPCs), la clave está en hacerlo en unos árboles enormes que hay repartidos por todo el mapa. Estos árboles especiales esconden un gran secreto: una vez reclamados (hay que escalar hasta lo alto de ellos para hacerlo), serán un lugar totalmente seguro en el que construir la base. De hecho, unos personajes nos ayudarán a subir y bajar cada vez de forma rápida.
El «Gran Árbol» es el nombre de esta ubicación y nos permite tener un lugar en el que construir sin presión. De hecho, si queremos trasladarnos a otro árbol del mapa, Smalland lo facilita muchísimo. Si escalamos a otro árbol y lo reclamamos con base, el otro pasará a estar libre y este será el nuevo. ¿Lo mejor? Que todos son «iguales» y esto hace que todo lo que hayamos construido en un árbol se transporte al instante a otro nuevo que reclamemos. Es muy cómodo. De hecho, lo normal es cambiar esta base de operaciones varias veces.
El mapa es grande y es mejor tener el Gran Árbol en un lugar en el que nos interese estar un tiempo largo, ya sea por cuestiones de historia o supervivencia. Otra opción, que yo he seguido, es establecer una base en uno de estos árboles y construir pequeñas casas en puntos estratégicos con una cama y una mesa de trabajo, por si la aventura se nos complica y necesitamos parar de urgencia. Lo negativo de esto es que el punto de spawn de nuestro personaje lo fijamos en las camas que dormimos, así que ojo con cambiar el punto y alejarnos mucho de nuestra base.
Aún así, cuando llevas muchas horas, desplazarse por el mapa es algo más sencillo, ya que las monturas ayudan mucho a ello (es su principal utilidad). Por ejemplo, el saltamontes es clave, porque con sus saltos superamos, no solo grandes distancias a nivel horizontal, sino también en vertical. El juego tiene muchísima verticalidad y hay momentos en los que nuestro personaje no puede superar grandes obstáculos (a no ser que dés un gran rodeo o construyas en medio de la nada, algo no tan accesible en la mayoría de ocasiones).
Por cierto, el combate de Smalland te «obliga» a usar todo tipo de armas y esto me ha encantado. Cada enemigo es débil a un tipo de ataque y cada una de las armas tiene un tipo de daño, por lo que un bicho se te puede resistir porque le golpeas con una espada y, realmente, es vulnerable a los golpes de una lanza. Esto hace, a su vez, que haya zonas difíciles de acceder al principio (como he comentado), porque no tenemos acceso a todos los tipos de daño de forma tan simple.
Multijugador en Smalland
Smalland tiene multijugador y es disfrutable en cooperativo, si es lo que quieres. A mí me parece una opción maravillosa para jugar con amigos y, además, diría que la experiencia es más llevable. Pueden juntarse varias personas en un mundo y cada una de ellas puede elegir si tener un árbol o formar parte de uno que haya reclamado otro jugador. Todo eso es seleccionable en medio de la partida. Yo he jugado solo la mayoría del tiempo y he disfrutado mucho, pero es perfecto para la compañía.
En cuanto a los gráficos, Smalland es muy bonito y tiene un estilo artístico que me ha convencido. Eso sí, es un juego que pide recursos: el recomendado está en una 2070 y eso se nota. Aún así, yo he jugado en una 1070Ti en medios, 2K y 60 FPS, y sí, es totalmente disfrutable. Sin duda, para ser un acceso anticipado está bastante optimizado. Hay margen para la mejora, seguro, porque a pesar de que tiene buenos efectos y una buena iluminación, tampoco es un portento gráfico.
En cuanto al contenido, el videojuego ha salido en early access cargado de cosas para hacer y pasarte la historia disponible (por poner un objetivo, porque en un título así puedes estar todo el tiempo que quieras) puede llevarte sin problema unas 40 horas. Lo mejor de todo es que esto irá a más. En resumen, las primeras horas con Smalland: Survive the Wilds han sido muy positivas. Es cierto que puede recordar en ciertos detalles a Valheim (armas, construcción, cámara o detalles de la interfaz) y que el concepto de ser pequeño en un mundo de bichos te hace pensar en Grounded, pero este juego es único y tiene muchas ideas propias. Creo que tiene una gran base para triunfar. ¡Lo veremos!